Recuerdo la primeva visita al estudio de ensayos y conocí a quienes serían los arquitectos y constructores de lo que resultaría en «El sitio en que mi cuerpo cae» Ensamblar un concepto como el que quería lograr junto Simón (productor del EP) no parecía para nada sencillo pero los talentosos músicos sesionistas fueron los indicados para dar vida a todo lo que resultó sonoramente. Yo no podía estar más que anonadado por vivir en primera fila como cobraba vida el sonido, ese que tantas veces soñé. Nos juntamos dos veces, una tercera no pude llegar porque me había contagiado de algún virus o ahora que lo pienso, quizás se trató de nervios y emoción licuados en una sola jugada del destino. Mi voz, dos días antes de la grabación del EP había desaparecido por completo y el pánico se adueñó de mí. Sí, llegué a pensar en cancelar la grabación y asumir todos los costos y riesgos que eso traía pero gracias a Simón y sus sabios consejos no dimos ni un paso atrás. Todo el proceso fue perfecto, insisto, desde el día uno, ensayos, la grabación y la proyección del EP marcaron un antes y un después en esta historia llamada Robyn Lekker. Seguimos otro día.